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Uno de los retos de las corporaciones es el crecimiento de sus actividades.  En la fase de decisión estratégica, tras el análisis de los riesgos, la rentabilidad y el valor esperado del negocio se convierte en los factores clave.

Para este análisis se realizan proyecciones de los diferentes escenarios, con la finalidad de determinar esa rentabilidad y valor esperado.

En el proceso de análisis, como parámetros de rentabilidad, se suele introducir el coste de capital del balance, una tasa de rentabilidad mínima exigida, o bien se intentan obtener rentabilidades ajustadas a los riesgos utilizando modelos tradicionales que toman la información de los mercados financieros.

Una metodología adecuada de análisis puede evitar que las decisiones de crecimiento del negocio incrementen el riesgo del balance. La incorporación de parámetros de rentabilidad erróneos provoca una tendencia a aceptar los proyectos de más riesgo y que resultan más atractivos por su capacidad de generar ingresos y a rechazar los proyectos de valor que resultan poco atractivos por su modesta rentabilidad esperada.

Los procesos de toma de decisiones de la alta dirección deberían incorporar la información de la rentabilidad ajustada al riesgo de cada uno de los proyectos para evitar incrementar innecesariamente el riesgo del balance en las fases de crecimiento.

Nuestros modelos de gestión estratégica del valor corporativo incorporan los riesgos dentro del propio modelo de análisis obteniendo la rentabilidad que se debería exigir a cada proyecto o unidad de negocio por los riesgos que se están asumiendo.

La traducción de los ingresos y riesgos de cada proyecto a un indicador de rentabilidad permite disponer de una sencilla pero potente herramienta para la toma de decisiones.

Autor: Jose Luis Álvarez,  Strategic Finance Consulting