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Las condiciones geopolíticas y económicas globales y locales, están provocando un tacticismo de supervivencia económica, relegando a un segundo plano aspectos relevantes como el riesgo climático.

Una visión de cumplimiento regulatorio, puro y duro, se expande de forma inexorable por todos los sectores económicos de forma generalizada. Quizás meter a todos en el mismo saco es injusto, es verdad que hay Entidades que, aprovechando el requerimiento regulatorio, miran a largo plazo, integrando en su estrategia los outputs que van obteniendo de los análisis que se les exige desde el regulador.

En cualquier caso, a estas alturas del partido, parece claro que existe un riesgo climático que actúa como acelerador de los riesgos financieros, operacionales y de negocio.

También parece claro que preocupan a los grandes inversores, llevan años reclamando un compromiso con el cambio climático a las grandes corporaciones, desechando de su estrategia inversora a aquellos que no cumplen con determinados criterios.

También parece claro que la preocupación de la sociedad crece y tanto a nivel personal como institucional, se busca un alineamiento con criterios ESG, con foco especial en la E, en las preferencias de consumo.

El término Greenwashing no es ajeno a nadie, son ya muchos los casos conocidos. Con más de 35 años de historia, hoy por hoy, este término genera terror en los Consejos de Administración.

Por todo ello, la estrategia de las entidades en este ámbito, está bajo lupa permanente, por los distinto grupos de interés, por diferentes motivos:

  • Activistas climáticos. Auditando la información y productos de las compañías.
  • Activismo legal: Despachos de abogados especializados en demandas por falsedad en la información de ESG.
  • Regulador: Asegurando que la información facilitada es correcta y se cumple con las exigencias normativas.
  • Consumidores: Cada vez más preocupados con el Cambio Climático y concienciados en  aportar su granito de arena.
  • Instituciones Públicas. Alineados con el Pacto Mundial y Acuerdo de París.

El riesgo Reputacional, concretado en Información Incorrecta o Inadecuada, en los informes tanto públicos como reservados, relativos a ESG, tendría un impacto muy relevante en el negocio, convirtiendo a este riesgo  en uno de los principales.

Por lo tanto, asegurar que la información que se refleja en los diferentes informes relativos a Riesgo Climático y ESG es correcta, debe ser un objetivo irrenunciable y prioritario en estos momentos para cualquier compañía, el papel de Gestión Riesgos, Cumplimiento Normativo y Auditoría Interna, son claves.

La función de Gestión de Riesgos, debe medir, seguir y mitigar el riesgo climático, la función de cumplimiento, debe asegurar que se cumplen las Políticas internas y las normas legales y Auditoria, dar confort al Consejo de que el entorno de control es adecuado y suficiente.

El desarrollo de estas funciones hay que decir que es asimétrico según el sector que miremos, más allá de las estrategias que cada compañía establezca, desde un punto de vista regulatorio, la Banca tiene una exigencia mayor, hoy por hoy, en el ámbito de la medición del riesgo climático.

Pero, focalizándonos en la importancia de asegurar que la información sea correcta, cobrando en este sentido especial relevancia la responsabilidad de Cumplimiento y última instancia, Auditoría, hemos establecido una clasificación de la información requerida en el ámbito de riesgo climático, tomando como ejemplo el sector de Banca, para aterrizar, cuales son los aspectos claves a considerar.

En cuanto a la información relacionada con el riesgo climático, podemos hablar de:

A su vez, si analizamos las fuentes de información principales para generar estos informes, nos encontramos con:

  1. Información facilitada por el Cliente o Emisor de forma directa, a través del propio EINF del Emisor o el Cliente.
  2. Información facilitada por un Proveedor de información, que ya ha tratado y procesado los datos del Cliente o Emisor del Activo.
  3. Metodologías utilizadas para la estimación de emisiones CO2 de Clientes o Emisores, cuando no hay información directa
  4. Metodologías utilizadas para la estimación de impactos financieros que en muchos casos son de terceros.  La más difundida en el ámbito de riesgo de transición, quizás sea PACTA, aunque podríamos hablar de muchas más.

Estas circunstancias implica asumir un riesgo de terceras partes (Third Risk Party) muy alto, que se concretan en:

Imaginemos por un momento que consideramos un Fondo de inversión ofrecido a nuestros clientes como art 8 según taxonomía UE, y por un error del proveedor de datos, nos encontramos con un problema de Greenwashing, no intencionado, pero reputacionalmente muy relevante. Imaginemos también que nuestras emisiones de alcance 3, reportadas en el EINF, no son correctas; o en otro ámbito, imaginemos que los datos facilitados en el informe reservado al regulador hay errores relevantes. ¿Cómo explicamos a la Sociedad, al Consejo y al Regulador que ha habido un error?

La primera pregunta es: ¿por qué no ha funcionado el sistema de control? ¿por qué Cumplimiento Normativo no ha revisado esta información? ¿por qué Auditoria no ha revisado el entorno de control?

Por otro lado, a nadie escapa que estos proveedores de información son compañías de reciente creación y que la información que manejan es información que las compañías han empezado a reportar hace muy poco tiempo, todo esto hace que la labor de las áreas de cumplimiento normativo y Auditoria se vean obligadas a establecer o en el mejor de los casos, reforzar, su planes de revisión en este ámbito.

Desde Axis Corporate entendemos que es el momento de incorporar dentro de los programas de revisión del Área de Cumplimiento Normativo y Auditoría Interna, un exhaustivo plan de pruebas que asegure que la información es correcta. ¿Cómo?:

  1. Evaluando la información de los proveedores de información
  2. Analizando los productos clasificados con criterios ESG
  3. Replicando cálculos con Proxis que aseguren la coherencia de la información
  4. Verificando las metodologías aplicadas

En definitiva, cumpliendo con su labor de segunda y tercera línea de defensa, dando confort al Consejo, por un lado, de que se cumple con la regulación y las políticas internas y por otro de que el entorno de control interno del riesgo climático y riesgo ESG en su conjunto, es suficiente y robusto.