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El mundo se está enfrentando a una crisis por el desabastecimiento de microchips y semiconductores que hasta el momento parece difícil de revertir.

Durante las últimas décadas, la utilización de estos componentes ha crecido considerablemente. Hoy en día, el 65% de los semiconductores son utilizados en productos de consumo y uso común como smartphones y PC (que comparten el 50% del mercado total), automóviles, electrodomésticos y consolas de videojuegos, entre otros.

Se estima que para el 2030 el sector crezca un 60% con respecto a la actualidad, motivado principalmente por centros de almacenamiento de datos, electrónica industrial, la implantación del 5G y la electrificación en el sector de la automoción. La principal incógnita es cómo se alcanzarán estos valores y quiénes serán los protagonistas en el crecimiento esperado.

Los efectos de la pandemia y nueva normalidad

Definitivamente la pandemia del COVID-19 ha traído cambios en la forma de relacionarnos y de vivir nuestro día a día. En los momentos de mayor incertidumbre de 2020 la tecnología fue clave para mantener cierta “normalidad”: nuestra cotidianeidad pasó a darse entre ordenadores, móviles, televisores y consolas de videojuegos.

Por este motivo, la demanda de estos productos experimentó un aumento que impactó directamente en la demanda de microchips. Sumado a esto, el COVID trajo consigo parones en las fábricas, que acentuaron la dificultad de satisfacer las necesidades de estos componentes.

Sin embargo, la situación actual no se puede atribuir completamente a la pandemia, sino que su causa es más profunda y difícil de solventar, pudiendo considerarla como estructural o estratégica.

La concentración de fabricantes chips y semiconductores

La situación durante el primer trimestre del 2022 continúa tensionada tras el 2021. El mercado está formado por los mismos players, en un mismo escenario de dificultades con los suministros, una demanda que todavía supera la oferta y continúa provocando inconvenientes en la producción del resto de industrias dependientes.

La hegemonía asiática en la producción de chips y semiconductores no se ha visto afectada por ahora: Taiwán continúa a la cabeza dominando el mercado, con el 65% de la producción global, seguido por Corea del Sur (18%) y China (5%), de acuerdo con los datos de TrendForce.

En lo que se refiere a competidores por empresas, TMSC sigue siendo el líder mundial indiscutible alcanzando el 55% de la producción global de chips y semiconductores, siendo la décima empresa más grande del mundo en términos de capitalización, seguido por la coreana Samsung que alcanza el 17% de la producción mundial.

Dado que las condiciones generales del mercado no se han visto modificadas desde el inicio de la crisis de los semiconductores, el período medio de entrega de microchips no ha parado de aumentar durante los últimos trimestres, alcanzando actualmente las 28 semanas.

En cambio, la crisis, si ha modificado la visión estratégica del sector. El modelo de negocio de las industrias actuales, externalizando la producción y centrándose solo en el diseño de los chips ha evidenciado la dependencia global de los productores asiáticos. Por este motivo, tanto empresas como gobiernos están desarrollando ambiciosos nuevos planes a futuro, para garantizar el abastecimiento de estos componentes.

El impacto en la industria automotriz en España

El sector automotriz es uno de los que más ha acusado la falta y los retrasos de chips, lo que afecta a la industria española en general. Recordemos que históricamente la automoción ha representado aproximadamente el 10% del PIB nacional y que España es la segunda potencia europea en la producción de vehículos.

La industria del automóvil cada vez demanda y depende en mayor medida de estos componentes electrónicos, de modo que se está viendo afectada doblemente. Si a esto sumamos el impacto de la pandemia y el encarecimiento del coste de los suministros, varias empresas se han visto forzadas a llevar a cabo cierres temporales de las fábricas ubicadas en España, como Ford, Mercedes, Seat o el grupo Stellantis.

Centrando el análisis en las consecuencias provocadas exclusivamente por la crisis de semiconductores y chips, las cifras de vehículos que se han dejado de producir se estiman en 11 millones de coches a nivel global. Y en lo particular a España, la asociación de fabricantes de automóviles Anfac asegura que la escasez de semiconductores ha provocado una reducción de las matriculaciones del 25% en el 2021 con respecto a 2019.

Tendencia al alza en la industria de chips

Para evitar sufrir estos mismos problemas en el futuro, una tendencia al alza en la industria es comenzar a integrar verticalmente la fabricación de chips a la cadena productiva. En esta línea, el grupo Stellantis (fusión del grupo PSA y FCA) ha generado una alianza con Foxxcon para cubrir el 80% de su demanda de chips para los próximos años.

La compañía estadounidense, Intel, ha decidido invertir hasta 88.000 M€ en Europa. Este presupuesto se destinará a construir dos plantas en Alemania (lo que requiere de 17.000 M€), un centro de investigación en Francia, una planta de ensamble y empaquetado en Italia y a ampliar la planta ya existente en Irlanda, entre otros. Sumado a esto, Intel anunció una inversión de 20.000 M€ en Ohio para la construcción de dos plantas productivas de microchips de última generación.

Por su parte, los líderes actuales no se plantean perder la ventaja obtenida hasta ahora, y ya planean realizar sus propias inversiones estratégicas. En concreto, TSMC aumentará su capacidad de fabricación a través de una inversión de 100.000 M$ hasta 2024. Samsung ya anunció la próxima creación de una fábrica de 17.000 M$ en Texas, que serán parte de una inversión de 205.000 M$ que no solo incluye la inversión en chips sino en la industria biofarmacéutica y en telecomunicaciones.

Los gobiernos occidentales han decido poner fin a la dependencia asiática y están trabajando en grandes planes estructurales para alcanzar la denominada soberanía tecnológica, con el fin de aumentar la resiliencia de las industrias de valor añadido americanas y europeas.

Joe Biden, actual presidente de Estados Unidos, compareció en abril del pasado año ante la prensa para comunicar su preocupación por la situación y que se había reunido con el Asesor Nacional de Seguridad y el Director Económico del Consejo Nacional para tomar cartas en el asunto y plantear soluciones, que pasan por el desarrollo de plantas productivas de semiconductores en suelo americano. En consecuencia, se aprobó en el Senado un gasto presupuestario de 52.000 M$ para el desarrollo de la fabricación de semiconductores.

Europa no se ha quedado atrás y Von der Leyen ha anunciado que el objetivo es que los Veintisiete produzcan el 20% de los semiconductores a nivel global en 2030, un objetivo muy ambicioso. La estrategia definida por la Comisión Europea se compone de 43.000 M€ de inversiones públicas y privadas que se destinarán a garantizar que la UE disponga de las herramientas, competencias y capacidades tecnológicas necesarias para reducir su dependencia de Asia.

A su vez, Pedro Sánchez ha anunciado un PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) que contará con 11.000 M€ como inversión. Hasta el momento no se ha comunicado exactamente a que se destinará esta financiación, ni que medidas concretas se incluyen.

La realidad es que España se encuentra muy por detrás de los referentes actuales en materia de semiconductores: Taiwán, Corea, China y Estados Unidos. A día de hoy el país tiene poca experiencia en la industria, que de por sí es muy específica, y escasez de trabajo cualificado para este sector. 

En resumen, tanto el sector público como el privado tienen intenciones de crecer en la industria de semiconductores. Las expectativas por superar la crisis actual son muy altas y parece que el mundo está actuando para revertirla. Por parte de España, teniendo en cuenta los niveles de inversión que se están barajando y los montos que se comenta que se requieren para construir una fábrica, la cifra del país parece ser escasa.