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La agencia de noticias EFE y el medio digital Cinco Días ha publicado en su blog el artículo de opinión realizado por Juan José Ortiz, Partner y responsable del área de Global Risk & Sustainability de Axis Corporate, sobre los nuevos estándares ESG para las compañias.

Y es que según él, las compañías españolas notan cada día más la presión interna y externa para formalizar y medir su compromiso respecto a los requisitos conocidos como ASG –es decir, sobre los aspectos Ambientales, Sociales y de Gobernanza-, siglas más conocidas internacionalmente por su traducción al inglés –ESG-. Compartimos íntegramente el artículo.

Los criterios ESG en las empresas

Sea como sea, el buen o mal desempeño de una compañía, de cualquier sector o tamaño, respecto a los criterios ESG representa ya un riesgo reputacional más que debe ser gestionado casi al mismo nivel –y así apunta la tendencia-, que otros de control más habitual o tradicional, como el financiero, el operativo o el relacionado con la ciberseguridad, entre otros.

Es importante aclarar que existen dos ámbitos de calificación o evaluación de la ESG: por un lado, la referida a la empresa como tal -basada en su actividad económica, productos y servicios y los procesos de producción o de desarrollo de los servicios-; y por otro, la que se aplica a los vehículos de inversión -fondos, bonos y demás-, basada en los valores incluidos o los proyectos financiados, ámbito en el que existe, además, una certificación individual para los asesores financieros de inversiones sostenibles y otros intermediarios similares.

Maremagnum normativo para criterios ESG

El problema para las empresas es cómo gestionar este riesgo ante la avalancha de estándares, normas, certificaciones, prácticas y proveedores de ESG disponible en el mercado. Pero, mientras todo se aclara, las empresas deben actuar.

Desde nuestro punto de vista, y centrándonos exclusivamente en el ámbito de la evaluación de las empresas, creemos que el mejor camino es contar con una evaluación propia, usando métricas estandarizadas. Esto ayuda a las compañías a entender mejor los conceptos de ESG e interiorizarlos y disponer de una herramienta que les permita establecer los objetivos en este terreno y los planes de acción correspondientes. Todo depende de las necesidades y enfoque que precise cada cliente, pero los estándares o certificaciones, que resultan de más utilidad en cuanto a ESG se refiere, son los siguientes:

  • ISO 26000: por ser una guía de referencia en materia de Responsabilidad Social para todo tipo de entidades, con independencia de su actividad, la cual ofrece una visión holística sobre cómo las empresas deben organizarse para garantizar un desarrollo sostenible.
  • ISO 14001: por ser una certificación imprescindible para todas las empresas ya que establece los requerimientos para la implantación de un sistema de gestión medioambiental dentro de las organizaciones. Con ello, se ayuda a las compañías a mejorar su desempeño ambiental mediante un uso más eficiente de los recursos y la reducción de desperdicios, obteniendo una ventaja competitiva y la confianza de los stakeholders.
  • ISO 9001: por ser una certificación que establece los requisitos para un sistema de gestión de la calidad. Ayuda a las empresas y organizaciones a ser más eficientes y mejorar la satisfacción del cliente.
  • Estándares GRI: por constituir el marco de control más extendido en el mundo en cuanto al reporting de métricas de sostenibilidad se refiere.
  • SASB: por proporcionar el detalle de aquellos aspectos que deben considerarse relevantes o no en una organización por su grado de materialidad.
  • EMAS: por ser un instrumento que permite medir y evaluar el desempeño medioambiental, permitiendo a las empresas marcarse objetivos medioambientales y reducir sus riesgos asociados.

Nuevas normativas que vienen

Según un estudio reciente de ESADE, el 90% de las compañías españolas –sobre todo las cotizadas- utiliza el estándar GRI de reporting en materia de sostenibilidad, aunque ya un numeroso grupo de compañías ha introducido o está valorando introducir en sus modelos los estándares SASB y TFCD (o algunos sectoriales específicos), en línea con la demanda de algunos inversores institucionales de referencia. Por otra parte, durante la COP26 hemos sabido que la fundación IFRS, organización dedicada a la elaboración de estándares internacionales de información financiera  y no financiera, ha creado un nuevo consejo  -el International Sustainability Standards Board (ISSB)- destinado a desarrollar una “exhaustiva plataforma global de estándares de información sobe sostenibilidad de alta calidad”, que confluirá con las iniciativas en esta área de Climate Disclosure Standards Board (CDSB) y de Value Reporting Foundation (VRF).

Sea como sea, no hay que obviar el entorno geopolítico en el que se mueven las empresas. En este sentido, por pertenecer a un estado miembro de la UE, las compañías españolas, independientemente de su actividad económica, se verán obligadas a ligar sus planes de negocio a los objetivos ESG mucho antes de lo que se pueda pensar. Regulaciones como CSRD de la Comisión Europea, por ejemplo, ponen de manifiesto la necesidad de contar con un SCIINF (Sistema de Control Interno de Información no Financiera), obligando así a disponer de un sistema de control, medición y gestión mucho más robustos.

El caso de la PYME

En el caso de las PYMES, está claro que existe un marco legal, tanto en España (Ley 11/2018) como en Europa (CSRD en 2024), por el que deben reportar una serie de aspectos en materia de sostenibilidad. En este sentido, las PYMES deberían ser capaces de dar respuesta a todos ellos de forma exhaustiva para sentirse cubiertas.

En cuanto a la parte de gestión interna, es comprensible que las PYMES no tengan capacidad para integrar en todos sus procesos los criterios ESG, o bien no estar certificadas en determinadas ISO en todo su alcance. En este caso, se recomienda que abarquen la tarea hasta los límites razonables que les permita su organización, tratando de identificar aquellos puntos clave por los que su empresa y sector tienen una materialidad más relevante. A partir de aquí, se pueden plantear objetivos realistas que vayan en línea con las mejores prácticas en el sector, adoptando medidas que sean óptimas y ajustadas a su casuística.

En cualquier caso y más allá de la exigencia regulatoria, las pymes tienen que pensar, que, ya en este momento, las grandes empresas, a la hora de contratar proveedores o establecer alianzas con otras compañías en proyectos concretos, evalúan el criterio ESG en la selección de estas. De igual forma, en la concesión de financiación, las empresas financieras van a valorar este criterio en el proceso de aceptación de riesgos. De modo que, cuanto antes se empiece, mejor. No hay vuelta atrás, y toda compañía, por pequeña que sea, deberá tener una política de ESG, porque así lo va a exigir el mercado y los stakeholders en general.