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Si el cálculo de la rentabilidad exigida por los accionistas o coste de los recursos propios (COE por sus siglas en inglés) es una de las principales variables de gestión en una empresa, la falta de rigor metodológico unido a errores conceptuales, puede llevar a infravalorar el verdadero valor para los accionistas y a que las empresas asuman más riesgos en las estrategias de crecimiento de ingresos.

Los dos principales modelos utilizados actualmente, toman la información pasada o actual de los mercados financieros para la estimación de esta variable futura.

Aunque las numerosas hipótesis que subyacen a estos modelos hacen discutible su aplicación, la realidad es que, su facilidad de cálculo y su amplia utilización hace que sean generalmente aceptados.

Alternativas al cálculo del coste de los recursos propios

Sin embargo, hay un factor que desencadena la búsqueda de alternativas. Cada vez existen más evidencias empíricas de la creciente disociación estructural entre los movimientos de los precios de las acciones de las empresas y la evolución de sus variables económicas. Una de las razones principales es el aumento progresivo del peso de agentes de mercado que tienen en cuenta en sus decisiones de inversión variables diferentes a los fundamentales de las empresas.

Este nuevo entorno, visible en los principales mercados financieros, tiene repercusiones de gran trascendencia que provocan un cambio en el cálculo del coste de los recursos propios. La utilización de la información histórica o actual de los mercados financieros nos puede proporcionar una cierta estimación de la rentabilidad que el mercado espera obtener en una empresa, pero no tiene por qué coincidir con el concepto de coste de los recursos propios entendido como la rentabilidad mínima que deben exigir los accionistas.

La incorporación de esta estimación de rentabilidad esperada en los modelos de valoración para el cálculo del valor intrínseco de una empresa nos puede llevar a un resultado incorrecto, y en muchos casos a un valor inferior al que correspondería si se utilizara la rentabilidad mínima exigida o coste de capital intrínseco.

Nos encontramos también de forma generalizada que las rentabilidades objetivo a batir por las empresas que impone el mercado y los analistas y, como consecuencia, adoptan las propias organizaciones, son superiores a la que correspondería para un mismo nivel de riesgo. Esta situación fuerza a las empresas a adoptar estrategias más agresivas y con mayores niveles de riesgo.

Revisión de los modelos de cálculo actuales

Esto es, la imposibilidad de los modelos actuales de proporcionar el coste de capital intrínseco como rentabilidad mínima exigida, da a lugar a que en las empresas se fijen rentabilidades mínimas de gestión en función de las rentabilidades esperadas por el mercado o del resultado de métodos de estimación que incorporan cierta arbitrariedad.

Los mercados financieros conducidos en muchas ocasiones por la opinión de los analistas reflejan cada vez más este error conceptual en el cálculo del COE.

Una situación similar ocurre con la creciente participación de fondos de inversión en los consejos de administración de las grandes empresas. La imposibilidad de las métricas actuales de reflejar el coste de los recursos propios obliga a las entidades a fijar objetivos de rentabilidad sin conocer el umbral mínimo a partir del cual se está aportando valor.